El Adviento (proviene del latín: adventus Redemptoris, ‘venida del Redentor’), marca el inicio del año litúrgico cristiano, y consiste en un tiempo de preparación espiritual para la celebración del nacimiento de Cristo.
Durante el Adviento, se coloca en las iglesias y también en algunos hogares una corona de ramas de pino, llamada “Corona de Adviento” con cuatro velas, una por cada domingo de Adviento.
Originaria del misticismo alemán, se realizaba con ramas verdes y velas para simbolizar la esperanza en el cambio de estación y el fin del duro invierno. Este símbolo fue asimilado por la tradición cristiana (sobre todo a partir del siglo XVI en Alemania), cobrando un nuevo significado: la esperanza en un nuevo ciclo, significa que el tiempo que va pasando, con su aparente monotonía, que se rompe con la venida esperada de Nuestro Señor Jesucristo. Las ramas verdes simbolizan, por su color, la esperanza que debemos tener en su llegada. Las cuatro velas, encendidas una a una cada domingo de Adviento, simbolizan la luz de la fe, que se llena de alegría con la llegada del Señor.
Los colores de las velas hacen referencia a los colores litúrgicos:
Morado: simboliza el espíritu de vigilia de este tiempo… “estad preparados”.
Verde: simboliza la esperanza.
Rojo: simboliza la alegría por la cercanía del nacimiento de Jesucristo.
Blanco: es el color de la presencia de Dios.
El orden de encender las velas es: 1º morado, 2º verde, 3º rojo y 4º blanco (se puede añadir una quinta vela, que se encendería en Nochebuena); dentro de los colores, puede sustituirse alguno de ellos por el rosado (morado y blanco) para el tercer domingo de Adviento (Domingo de la alegría o “gaudete”).
La corona de Adviento se dispone en forma circular, figura geométrica perfecta, como símbolo de que Dios no tiene principio ni fin, así como su amor a la humanidad.
Todos los Domingos, durante este tiempo litúrgico, la puedes ver en la Capilla de Santa Nonia.